sábado, 21 de junio de 2014

¡Hemos encontrado el mapa!

El Museo del Libro preparaba una interesante exposición sobre el cartógrafo Pedro Texeira pero, una de las piezas solicitadas, un famoso plano dibujado por el portugués, no había llegado a su destino. Rápidamente, desde el Museo y mediante mis amigos de Academia Evolución, contactaron conmigo que emprendía viaje hacia la ciudad del Cid.

Inicié la investigación y avancé rápidamente pero, por una urgencia, tuve que regresar a Londres, donde fui víctima de una agresión que, al golpearme en la cabeza, dejó maltrecha mi memoria. Por suerte en Burgos podía contar con un buen puñado de ayudantes para hacer averiguaciones mientras yo recuperaba memoria. Pedí ayuda y, una vez puesto en contacto con muchos/as pequeños/as detectives les envié a la Academia Evolución para realizar la primera prueba.


Se trataba de una prueba de atención puesto que en un caso tan complicado quería contar con los mejores. La respuesta era “manuscrito” y, a partir de ahí, comenzamos a desvelar misterios. Lo primero que recordé fue seguir a un par de sospechosos hasta un hotel “cuyo nombre me resultaba muy familiar”... no pude dar con el nombre pero envíe un plano que había garabateado en mi cuaderno.


Por supuesto, mis colaborares/as no dudaron y acudieron al hotel “Norte y Londres” donde una fascinante vidriera contenía la clave (“Briviesca”) para hacerme recordar el nombre de un poeta y un poema donde los ladrones habían escondido la siguiente clave.


Según encontré en un antiguo ejemplar del Diario de Burgos, en Briviesca, ganó uno de sus muchos premios el poeta burgalés Bernardo Cuesta Beltrán y en uno de sus textos, se escondía el rastro del mapa desaparecido. Seguro que en la Librería Espolón sabían en cual así que allí acudieron mis ayudantes a recogerlo y, con ayuda de unas claves, descifrar que escondía la palabra “Archivo”



En efecto, el Palacio de Castilfalé, sede del Archivo Municipal de Burgos se había utilizado también para transmitirse mensajes entre los cómplices del robo. Concretamente habían creado un código secreto con los símbolos que adornan una de las verjas anexas al edificio.


No fue sencillo descifrarlo pero los pequeños y las pequeñas detectives son investigadores/as de primer nivel y supieron dar con la frase oculta: “Code is 1854”. ¡Justo lo que necesitábamos! Y es que, el día que los sospechosos huyeron a toda prisa de la ciudad olvidaron una tablet que rápidamente hice llegar a Tecland, una excelente consultoría informática donde lograron desencriptar un e-mail trascendental.



Lamentablemente sin el código de desbloqueo no era posible acceder a la tablet pero ese “Code is 1854” era nuestra salvación. Tecleando esos dígitos, accedieron al e-mail cuya contenido resultó ser definitivo.



El mapa estaba escondido en “el museo de los libros”, es decir que nunca llegó a salir del Fadrique de Basilea. Ya sólo faltaba buscar “debajo del mapa de trébol” y dar con el manuscrito de Pedro Texeira.



Muchísimas gracias a todos y todas mis ayudantes. Es magnífico trabajar con gente tan preparada y dispuesta. Si alguna vez necesito ayuda en Burgos de nuevo, contaré con vuestras habilidades. La Academia Evolución quiere recompensar vuestra magnífica labor con una sorpresa doble a sortear entre quienes completaron el caso por completo. En un par de semanas lo contaremos por e-mail y en este mismo blog.


Gracias a: Academia Evolución Hotel Norte y Londres, Diario de Burgos, Raúl Briongos, Mirbind, Librería Espolón, Archivo Municipal de Burgos, Tecland y a Tatiana y Laura del Museo del Libro. Y, por supuesto, a Sir Arthur Conan Doyle.  

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